
En un partido más complicado de lo que se esperaba, Tigre logró un merecido triunfo ante Olimpo por 2 a 0.
Si bien el conjunto visitante rara vez ocasionó real peligro sobre el arco defendido por Islas, se plantó bien arriba, dominando la pelota y el terreno durante gran parte de la primera etapa. Así, a Tigre se le hizo difícil imponer su juego y crear situaciones de gol.
Recién promediando la primera mitad, con algunos chispazos de Morel con remates de media distancia y desbordes de Ereros, Tigre logró acercar algo de peligro. Ya en la recta final una habilitación de Galmarini encontró a Giménez entrando de izquierda a derecha sin marca para que avanzara hacia el área, pero, con espacios, sacó un fuerte remate cruzado de zurda que se coló en el arco de Ramírez.
A partir de allí, Tigre tuvo chances de aumentar con un gran pase de Morel que dejó mano a mano a Ereros, pero demoró demasiado en definir y terminó en el palo, y otro desborde por derecha del delantero que culminó en un fuerte remate al primer palo.
En la segunda etapa, el equipo de Cagna retrasó sus líneas, apoyado en la solvencia y categoría que mostró Leyes, en la marca de Castaño y Torres, y en la constancia de Galmarini para aparecer por toda la cancha.
Olimpo sólo generaba peligro con los innumerabes centros que caían al área tras infracciones sancionadas por un Sabino, preocupado por evitar el diálogo y amonestar innecesariamente, que cobraba lo que no era y no cobraba lo que era, y que en varias oportunidades debió revertir sus fallos gracias a indicaciones de sus asistentes.
Apostando al contragolpe Tigre dispuso de las chances más claras, con un remate de media distancia de Castaño y una potente arremetida de Leonel Altobelli que hizo recordar las corridas de Walter Fiori en los 80, y definió con un fuerte remate que Ramírez desvió al córner.
Sobre el final, cuando los despejes de cabeza de la defensa local eran una constante, un rechazo de Castaño cayó en los pies de Guillermo Suárez, quien corrió desde la mitad de cancha, para ganarle en velocidad y en el cuerpo a cuerpo a su marcador, y fusilar de zurda al ángulo del primer palo.
A Tigre aún le sigue faltando la frescura y el fútbol vistoso que le daba el brillo que tanto lo diferenciaba el año pasado. Por ahora, le alcanza con trabajar los partidos y ganarlos por insistencia. Y sigue sumando.
Ole
Parece que el Monumental de Victoria volvió a ser ídem: fama de cancha difícil para el visitante, del que Tigre suele retirarse triunfador. No va a faltar el que diga que el Matador viene de perder en su estadio con Huracán, hace dos fechas. Es cierto. Pero allí, donde en el Apertura cayeron pesos pesados como River (4-1), Racing (3-2), Boca (2-1), por nombrar sólo a siete equipos que se fueron con las manos vacías, el subcampeón del fútbol argentino repitió la película y anoche despachó a Olimpo. Le costó, pero ganó.
Fue interesante la propuesta de Saporiti, inédita para un equipo que necesita de resultados y no se puede dar el lujo de relajar su juego. Es que fiel a su estilo, el Sapo propuso pelota al piso, movimientos pausados, buscando el momento para golpear... Aunque de vez en cuando le vendría bien apretar el acelerador. O que todos los jugadores estén en la misma sintonía. Porque en los 25 minutos iniciales copó el medio, movió la pelota, Morales se hizo conductor, pero la voluntad de Olivi para ganarle las espaldas a Paparatto no encontró la misma respuesta en Ulloa, el otro punta. Y Barrado acompañó poco en la creación. Así, Olimpo sigue en zona de riesgo y el Clausura se consume. Decí que los que pelean por no descender tampoco ganan: los sanjuaninos, Central, Colón, Racing, Newell's, ninguno sumó de a tres.
Salvo algún arresto individual de Ereros, y el despliegue de Galmarini, Tigre fue un gatito hasta el zapatazo de Giménez: el volante del gol con la mano a River sacó un zurdazo desde 30 metros que no encontró una respuesta firme en José Ramírez. Desde ahí, los de Bahía se derrumbaron, Morel trocó roles con Matute, el otro 10, y empezó a meter pelotas profundas. Ereros tuvo dos ocasiones más: una pegó en el palo y en otra se reivindicó el arquero visitante.
En el segundo tiempo, la necesidad era de Olimpo. Entonces Tigre se paró de contra. Se hizo sólido desde la defensa (muy bien Leyes) y esperó una chance para golpear. Y, como en la primera fecha ante Gimnasia, le encontró en la zurda de Guillermo Suárez: recibió un rechazo de Castaño en mitad de cancha, corrió hasta el área y puso el 2-0. El visitante terminó acumulando delanteros (Ulloa, Solari, Leandro González y Lujambio) aunque careció de profundidad. Sólo inquietó con la pelota parada. Y su llegada más clara en la parte final fue un remate desviado de Barrado desde afuera del área... Olimpo acabó siendo una presa fácil para un felino que volvió a rugir.
Pese a la supremacía del local, la primera chance neta fue de los bahienses. A los 35 segundos Olivi se escapó por la izquierda y ante la salida de Islas remató desviado. Esa fue la oportunidad más clara del visitante en toda la noche.
A partir de ahí el juego empezó a ser controlado paulatinamente por Tigre, fundamentalmente por el buen trabajo de sus mediocampistas. La idea de Cagna de jugar siempre con línea de tres le permite a los de Victoria sumar un volante en la mitad y desde ahí manejar las acciones.
A los 35, cuando ya Ramírez había tenido algunos revolcones, llegó el primer gol de la noche. Matías Giménez, la figura de la cancha, marcó con un tremendo remate desde 25 metros. Era justicia.
En el complemento, Olimpo se adelantó en el terreno, pero nunca inquietó seriamente a Islas. El conjunto de Cagna, parado de contra, estuvo varias veces cerca de liquidarlo, pero recién a los 44, cuando el partido se moría, pudo resolver el juego. Guillermo Suárez se escapó a pura velocidad y definió arriba, para que siga la fiesta en Victoria.
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